sábado, 31 de enero de 2015

Entrelíneas: ingeniería bélica (I).


Son las crisis, las guerras, un acicate para las ideas, hiriendo en la tranquilidad del pensamiento y obligándonos a caminar hacia un alivio en lo más tenebroso y maquiavélico de nosotros mismos.

Nacen así nuevas formas de energía. Nuevas maneras de movernos. Nuevas formas de comunicarnos. Incluso nuevas formas de vida… pero son todas, en realidad, nuevas caras de algo tan viejo como la muerte y su tragedia.

miércoles, 28 de enero de 2015

Entrelíneas: Mortis purpurea.


Recuerdo bien cómo, siendo yo un niño, mi abuela paterna hundía clavos en el sustrato de las hortensias para darles color azul en su próxima temporada. Tiempo después leí que el cambio de color, del magenta al azul, tenía que ver con la acidez del suelo y el aluminio, en realidad, pero imaginé una aplicación práctica para esto.

En Los días grises no queda nadie para limpiar las miserias de guerra; las submuniciones de las bombas de racimo, las minas, los morteros sin explotar… aflorando apenas, como depredadores bajo el barro. Optar por un marcador biológico y de fitorremediación parece una opción sensata, una planta prolífica y sensible a ciertos compuestos clave que dejaría entrever, con un cambio de color, dónde yace la desgracia. Así surge el parénquima gelatinoso, arbustivo, denso y blanquecino que vira al púrpura, el color de la vegetación manufacturada allá donde el odio haya tomado raíz en la tierra misma.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Segundo vídeo (Arvina).

Segundo vídeo.
 
Texto adaptado del capítulo "Arvina":
 
 
 

Salí de Arvina. Me fui convirtiendo en un punto de luz que se perdía fugaz, desvaneciéndose a lo lejos.
 
El asfalto era material noble con la velocidad; uniforme, suave y fosco a la vez, discurriendo por debajo. Escrito entre líneas reflectantes. Perdiéndose en tinieblas. Mis párpados se añoraban. Miré a la derecha, hacia el valle lóbrego de la ciudad. Poco a poco bajé el ritmo y me detuve en el arcén. Esperé. El sonido tomó gravedad y con él se ralentizaba la noción.
 
Permanecí quieto, mirando la industria. Un tren se acercaba por las vías férreas sobre las que transitaba el puente. Apagué el motor. Sonidos repetitivos, metálicos, golpeando a cada paso, cada vagón. Tiempo rítmico, medido, como los propios latidos, la respiración. Apoyé la cabeza sobre los antebrazos. Moví los dedos atacados por el frío. La maquinaria fue pasando lentamente y a la vuelta del silencio, escuché con mayor esmero. El aliento iba acompasado al reloj de pulsera.
 
“El tiempo...
Las agujas finas atraviesan la vida, giran y marcan el tiempo con un goteo inmune. Las horas pasan, los días. Todo es un juego, un muñeco de trapo y alguna magia lúgubre en manos de una entidad que no se puede comprender porque no está hecha para ser comprendida.
Cada aliento se escapa con algo de uno mismo. El recuerdo se gesta a partir de un presente que no existe, es una frontera entre lo que percibimos y lo que no. Corremos de espaldas por un pasillo lóbrego. Tal vez el problema sea la ceguera, el sometimiento, aunque haya luz y camino trazado.
El recuerdo se hace vulnerable y con su pérdida olvidamos nuestro tiempo. Las vidas se miden a partir de recuerdos y su continuidad, sólo eso. Cada noche morimos olvidando para nacer en el universo interior, gestados por ilusiones que son a veces innovadoras. Un sueño de Dios; el gran vientre gestante puede pensar de una forma que se nos escape. Tal vez no piense porque para pensar hay que desconocer.”
 
Me desperecé y retomé la marcha. No quería ser presa del cansancio.
  El viaje se hizo largo.
  Pasé las antiguas aduanas, en desuso. Atravesé los barrios muertos y profundicé cauteloso en las calles dormidas de Omniscia.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Comienzan los días grises.

Y las gotas caían heladas como el matiz del cielo. Y el viento sonaba triste como el sabor de una lágrima. El aire húmedo, esencia fría de invierno.
Los cinco sentidos, uno a uno, para sumergirse en Los días grises, una distopía que oscila entre la novela gótica, trazos de ciencia-ficción como sustento y la metafísica o el marco lóbrego de un romanticismo clásico. Teniendo las tramas políticas y la acción bélica como lienzo, denso tejido, se van dibujando nostalgias, las visiones preclaras a través de ventanas ojivales, los páramos que incitan a la reflexión. La historia transgresora parte de un personaje principal cargado con virtudes y pesares, simbolismos, heredero al frente de un régimen ominoso pero contagiado de humanidad incipiente y obsesiva. Humanidad insana, que remuerde. Derroteros de la consciencia inquieta.
Se contextualiza en un futuro enmarañado y decadente, tanto que ya es vacío, posterior a la debacle que inició un agente patógeno transmitido por la moneda de curso y derivó en el hundimiento de la sociedad de bienestar.
 
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Con toda mi franqueza, Los días grises llega tan lejos como fui capaz de llevarla y, siempre tabulada entre los márgenes de mi habilidad, no hice concesiones a la sencillez en su escritura. Por eso es cruda. No es narrativa fácil, deben tenerlo en cuenta. Acertada o no, su forma es la que creí conveniente para su fondo.
En este blog iré dejando gran parte de la imaginería gestada como complemento al libro. Habrá dibujos originales (carboncillo y óleos), una banda sonora creada por un colaborador (pistas cortas y pistas largas de acompañamiento para la lectura), vídeos promocionales y posiblemente desentrañemos en concurso alguno de los secretos guardados entrelíneas a modo de easter eggs.
Por otro lado sería todo un placer recibir vía mail o aquí mismo cualquier crítica o sugerencia.
Un cordial saludo,
Sergio Alonso.
 

*Gracias al equipo de Amarante, por su apoyo y su buen hacer, por sus consejos y por atreverse con esta aventura.